5 cosas que nadie te había dicho de tu hijo asmático

Si tu hijo padece asma ya sabrás que es una enfermedad que inflama y estrecha las vías respiratorias, produciendo sibilancias (ruiditos en el pecho), dificultad para respirar, sensación de opresión pectoral y tos. Sin embargo, apostamos a que no conocías estos interesantes datos:

1. Un niño asmático necesita actividad física, practicar deportes y estar activo. Sin embargo para evitar problemas es necesario que sigas estas indicaciones:
   1. Tomar medicamentos de control
   2. Comenzar con ejercicios o movimientos suaves
   3. En ocasiones el médico recomienda calmantes de la tos antes de hacer ejercicio
   4. Si el asma empeora en el niño al ejercitarse hay que hacerlo por lapsos cortos y descansar entre ejercicios
   5. Pero si la respiración del niño comienza a sibilar debe detener la actividad.
2. Aunque parezca que los síntomas de asma hayan remitido, las vías respiratorias pueden seguir inflamadas durante 6 a 8 semanas más. El niño debe seguir tomando su medicamento de control.
3. Puedes ayudar a tu hijo si evitas exponerlo a situaciones que empeoran el asma como:
   1. el humo del cigarro, madera o aceite quemados
   2. mascotas
   3. contaminación del aire
   4. medicamentos como la aspirina o el ibuprofeno
   5. olores fuertes como solventes o pintura en aerosol
   6. ejercicios fuertes
4. ¿Sabías que otros desencadenantes de los ataques de asma son las emociones intensas, como la ira o el miedo? Es más factible que un niño sea asmático si ha tenido traumas al momento de nacer, como dificultad de salir o exteriorizarse. Esos traumas debilitan los pulmones y los bronquiolos y se somatizan de esta manera. En otros casos si los padres tienen una conducta más protectora o dominante, pueden llegar a “sofocar” o reprimir al niño y estos se ven sometidos a tal estrés que si sus pulmones o bronquios tienen ya una debilidad hereditaria, se empezarán a producir los trastornos.
5. Lamentablemente es una enfermedad crónica padecida con frecuencia por niños entre 1 y 4 años de edad, y es considerada por los padres como “simples gripas” cuando en realidad es un problema mucho más grave.

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